EL PROPÓLEO

          Desde la antigüedad se ha utilizado el propóleo en la sanación de heridas y otras lesiones externas.  Durante los siglos XIX y XX se utilizó el propóleo junto con la miel como antibiótico natural para sanar las heridas de guerra hasta el descubrimiento de la penicilina. De ésta forma conseguían que las heridas cicatrizaran de manera favorable y evitando que se infectaran.


          Varios  estudios han confirmado que el propóleo constituye un remedio efectivo  contra las bacterias y los hongos o impedir que éstos se desarrollen lo suficiente como para originar infecciones.




          Las propiedades curativas del propóleo se deben fundamentalmente a su contenido en flavonoides y a los ácidos caféico y p-cumérico. Así mismo posee propiedades regenerativas de los tejidos dañados y también propiedades analgésicas apropiadas para calmar el dolor.

          Entre las principales aplicaciones enumeraremos  las siguientes: 

           USO EXTERNO

               - Enfermedades de la piel: curación de heridas, cortes, arañazos, forúnculos, granos,                                     quemaduras, dermatitis, eccemas, acné, psoriasis, callos, etc

               -  Enfermedades de la boca: úlceras bucales, gingivitis, periodontitis, caries, etc

               - Infecciones de la vagina: vaginitis producida por el Trychomonas vaginalis o por el hongo                        Candida albicans.

            USO INTERNO

                 - Enfermedades respiratorias: gripe, faringitis, laringitis, sinusitis, anginas, bronquitis, resfriado,                    etc. Incluso se ha demostrado que el propóleo puede curar el asma, la fiebre del heno u otras                       enfermedades respiratorias  en personas no alérgicas al polen.

                  -  Reductor del colesterol: debido a su contenido en resinas el propóleo puede ser útil para                         disminuir  la absorción de grasas en el intestino.