Lo “aperitivo”
es deuda… Vamos a ver un clásico
de casi la totalidad de bares y tascas: las patatas bravas.
Para
preparar las patatas podemos elegir entre dos opciones: si son pocas las que
vamos a hacer, podemos simplemente pelarlas, hacerlas trozos grandes
desgajando, sin cortar del todo con el cuchillo y luego freír (ya saladas al
gusto), a fuego lento en abundante aceite, hasta que queden tiernas por dentro.
Poco antes de servir, y si tenemos tiempo, podemos darle “un dorado” a las
patatas calentando previamente bien el aceite y pasándolas rápido por la
sartén.
Si
son muchos los que se han apuntado al aperitivo podemos usar la técnica que
generalmente usan los bares donde sirven habitualmente patatas bravas.
Ellos tienen precocida la patata y en el momento de solicitar la ración, las
pasan por la freidora.
Podemos
por tanto cocer las patatas con o sin piel enteras en olla rápida. Diez minutos
a lo sumo. Pelamos (si no lo habíamos hecho antes), troceamos, salamos y
freímos en abundante aceite para que se doren.
La salsa.
Esa es la cuestión… Hay 10.000 maneras de hacerla, incluso hay algún bar
que se ha hecho famoso por las patatas bravas que ha patentado su salsa.
Yo
os explico la siguiente que no me resulta mal: en unas tres o cuatro cucharadas
de aceite sofreímos una cebolla pequeña y un diente de ajo partido en trozos
grandes. Cuando esté un poco hecho, le añadimos una cucharadita de pimentón
picante de buena calidad. Esto es muy importante para el éxito de la salsa
brava. Mejor si es ahumado, tipo de La Vera, como ya comentamos en otra entrada.
Si
solo tenemos pimentón dulce, el toque picante se lo podemos dar con cayena o
guindilla molida.
Damos
dos vueltas al pimentón, que no se queme, y enseguida añadimos dos cucharaditas de postre bien colmadas de harina y removemos también para que se sofría un
poco. Añadimos a continuación dos o tres cucharadas soperas de tomate de bote
triturado o salsa de tomate. Enseguida la harina tenderá a espesar la mezcla,
así que no dejaremos de remover, y posteriormente agregamos un vaso grande de agua y salamos.
Echamos
la salsa en un vaso de batidora y trituramos bien todo.
Cuando
vayamos a servir, las patatas deben de acabar de salir del último calentón del
aceite y la salsa brava por encima, bien calentita.
Solo
recordaros que lo del nombre de patatas
bravas es por algo… No seáis timoratos con el picante. Si a alguien no le
gusta el picante, hacerle otro aperitivo, y punto… En otro artículo os
explicaré como hacer las patatas ali-oli o “con pomada”. Además el picante tiene propiedades curativas, antioxidantes y depurativas de las que os hablaré en otra ocasión.
Que tengáis
éxito.