Comer la fruta con o sin piel es
cuestión de gustos, pero lo que se ha demostrado es que comer la fruta con
piel, además de ser más sano, se ingiere un mayor número de nutrientes.
La fruta aporta minerales,
azúcares, cantidades significativas de vitamina C, beta-caroteno, pro-vitamina
A, fosfatos y fibra que se localizan tanto en la piel como en la pulpa, donde
además es en ésta última donde se concentran algunas vitaminas y la mayor
cantidad de fibra insoluble, esencial en la dieta ya que incrementa la
sensación de saciedad, favorece el mantenimiento y el desarrollo de la flora
intestinal, contribuye a que la bilis sea más soluble, ayuda a regular el nivel
de glucosa y colesterol en sangre,combate el estreñimiento y previene incluso
el cáncer de cólon.
En el caso de la manzana, comerla con o sin piel puede
no ser un capricho sino una necesidad para adaptarla a la dieta en casos
particulares:
- Con piel es útil para tratar el estreñimiento, por la
concentración de fibra.
- Si se pela, se ralla y se deja oscurecer, resulta útil
en caso de diarrea.
Para eliminar impurezas, gérmenes
y pesticidas que puedan acumularse en el exterior, no siempre es necesario
retirar la piel de la fruta, sino que, a veces, es más recomendable lavarla.
Para evitar ingerir residuos es
recomendable un lavado meticuloso de las piezas con agua. Las más pequeñas y
delicadas, como las fresas o frambuesas, se pueden dejar en remojo unos minutos
y después escurrirlas.Si se comen las frutas grandes como el melón o la sandía, se aconseja lavarlas con abundante agua, e incluso frotarlas con un cepillo de uso exclusivo antes de trocearlas.